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lunes, 17 de septiembre de 2012

LAS CUEVAS LA CLAVE EN LA BÚSQUEDA DE NUEVOS ANTIBIOTICOS


Caverna Foto: Thinkstock
La vida en las cuevas es dura. Los microorganismos deben pelear -sin dientes ni garras- por los escasos recursos.
A simple vista, las cavernas, los microbios y los antibióticos no parecen tener mucho en común. Sin embargo, estos ambientes aislados pueden esconder la clave para entender mejor la lucha constante contra las bacterias resistentes a los fármacos.
Los antibióticos son una suerte de llave química que puede encajar perfectamente en la cerradura molecular para matar a las bacterias. Los antibióticos imitan los patrones celulares para bloquear, unir e incluso colapsar las estructuras críticas dentro de una célula.
Como resultado, la bacteria no puede funcionar y se descompone o se muere.
Los antibióticos son, además, muy específicos: tienen la capacidad de identificar y atacar -sin equivocarse- una célula bacteriana en un mar de células humanas. Son la bala mágica que se convirtió en el descubrimiento más importante del siglo XX.
Químicamente, los antibióticos son mucho más complejos que las drogas contra el cáncer o los antivirales. Son algo así como una tela de araña de patrones intrincados formados por uniones químicas.
Estas estructuras complejas hacen que sea imposible para los científicos diseñarlos, por eso, con frecuencia, recurrimos a la naturaleza para descubrirlos.
De todos los antibióticos que aparecieron en el mercado en los últimos 60 años, el 99% deriva de otros microorganismos, mayormente de las bacterias y los hongos que hay en la tierra.
Pero esta fuente se está empezando a agotar, y por eso debemos empezar a buscarlos en otros ambientes más exóticos o extremos.
Hambruna constante
Las cavernas son entornos aislados, formados por la erosión del agua durante millones de años. En estos ambientes, donde no ingresan los rayos del sol ni los nutrientes de la superficie, los microorganismos se ven obligados a adaptarse y a vivir en una hambruna perpetua.
Trabajando en cuevas aprendí que estos microbios están tan bien adaptados a pasar hambre que, cuando crecen en laboratorio, tienen demasiado alimento.
Cuando estos microorganismos comienzan a buscar alimento de forma constante no pueden frenar su impulso y continúan llenándose hasta que se mueren.
Otros están tan acostumbrados a vivir con la poca energía disponible que pueden sobrevivir consumiendo incluso los plastificadores que se desprenden de los platos plásticos del laboratorio.
Algunos hacen trampa, y aprenden a cazar a otras bacterias para obtener los recursos que necesitan para sobrevivir. De las 4.000 especies de bacteria que hemos hecho crecer de las cuevas -de las cuales 1.000 son nuevas- la mayoría se comporta de una manera diferente a las de la superficie.
Lo que hace a estas bacterias únicas también las hace ideales para descubrir nuevos antibióticos.
Junto con Brian Bachmann, de la Universidad de Vanderblit en Estados Unidos, analizamos algunas de estas muestras en busca de componente antimicrobiales.
Una de nuestras muestras produjo 38 componentes, incluyendo lo que parece ser un novedoso antibiótico. Para poner esto en perspectiva: se han descrito menos de 100 antibióticos y una muestra tomada en una cueva produjo más de un tercio de lo que hay.
Años en soledad
¿Pero qué es lo que hace que las bacterias de las cuevas tengan tanto potencial para el desarrollo de antibióticos?
La respuesta está, probablemente, en el aislamiento.
Estas bacterias fueron recolectadas en Lechuguilla, una cueva aislada y profunda formada hace cuatro millones de años por la acción del ácido sulfúrico del agua subterránea, en el estado de Nuevo México en EE.UU.
Para tomar muestras hay que descender con sogas a una profundidad de más de 370 metros. Es más, las zonas en las que tomamos muestras son tan remotas que tenemos que acampar bajo tierra por varios días.
El hecho de que se encuentren en un lugar tan alejado significa que nada ni nadie las ha tocado por millones de años.
Sin influencias externas, estas comunidades microbiales que habitan esta clase de medio ambiente pueden continuar evolucionando en condiciones aisladas, desarrollando soluciones novedosas a los problemas que afectan a sus contrapartes en la superficie, como la competencia y la necesidad de luchar por los recursos.
En pie de guerra
Las cuevas son un sitio difícil para sobrevivir, el alimento y los nutrientes esenciales son limitados. Esto fuerza los microorganismos a pelear.
Sin embargo, dado que su tamaño es diminuto -se necesitan dos millones para recubrir un punto y coma- sus opciones son limitadas: no tienen dientes para morder o garrar para defenderse. Lo que hacen, en cambio, es usar sus sorprendentes capacidades biosintéticas para sintetizar antibióticos y matar a la competencia.
Para examinar cómo estas bacterias reaccionan a los antibióticos, examinamos 93 de las 4.000 que encontramos en la cueva.
A pesar de que estos organismos vivieron en aislamiento durante millones de años y nunca pudieron haber estado expuestos a antibióticos hechos por el hombre, mostraron resistencia a casi todos los que están en uso en la actualidad.
Así como pueden producir una multitud de antibióticos, algunos también son resistentes a una gran cantidad de ellos. Uno mostró resistencia a 14 antibióticos diferentes. Identificamos incluso un mecanismo de resistencia que no se había visto antes.
¿Qué significa todo esto? ¿Significa acaso que hagamos lo que hagamos, nunca ganaremos la batalla en la lucha contra los microbios?
Puede querer decir muchas coas, y probablemente pasemos años explorando y respondiendo etas preguntas.
Significa que la resistencia a los antibióticos forma parte de las bacterias, y que mientras usemos mal los antibióticos nunca ganaremos esta guerra.
También quiere decir que hay ambientes únicos, poco explorados, poblados de microorganismos que recién ahora empezamos a entender, que tienen la clave para el desarrollo de nuevas medicinas.
Encontrarlos requiere además técnicas nuevas y poco utilizadas, incluyendo pruebas y análisis genéticos para identificar las complicadas rutas químicas de las nuevas drogas y nuevas tecnologías en química analítica que nos permitan detectar componentes nuevos, así como investigadores que estén dispuestos a aventurarse en estos lugares únicos de nuestro planeta para desentrañar los secretos que esconden sus microbios.

martes, 4 de septiembre de 2012

La evolución de las redes sociales y su integración con internet


desde luego es increíble el atractivo que tiene para el ser humano la proyección de escenarios futuros. En sí es una técnica muy útil e interesante para prevenir necesidades y evitar imprevistos y entornos sorpresivos. Pero cuando estas predicciones se proyectan sobre un entorno global, que afecta a las relaciones humanas y redefine, en definitiva, el modelo social la cosa cambia. En muchos casos en lugar de hablar de predicción se puede hablar de adivinanza.
Jeremiah Owyang es consultor senior de Forrester Research, empresa de análisis y consultoría especializada en medios sociales. Owyang publicó recientemente unartículo en su blog donde definía la evolución que han tenido las redes sociales y predecía cómo iba a ser en el futuro. Lo interesante de este análisis, y también su mayor debilidad como diré luego, es que lo hace desde un punto de vista social, relacional y etológico. Owyang establece las diferencias no en el tipo de herramientas o tecnologías que se van a utilizar, aunque evidentemente son importantes, sino en el comportamiento que siguen los usuarios en cada fase o etapa (o era, como él las llama).
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Owyang distingue cinco etapas, que vamos a enumerar para luego comentarlas: la de las relaciones sociales, la de la funcionalidad social, la de la colonización social, la del contexto social y la del comercio social.

La primera etapa, la de las relaciones sociales, empezaría aproximadamente sobre 1995 y llega hasta nuestros días, es por tanto una etapa a punto de ser superada y ya muy madura. Se caracteriza por la simplicidad de las conexiones y de las intenciones. Sencillamente los usuarios se conectan entre ellos y se intercambian información, sin más. Es la conexión desnuda, sin más voluntad ni pretensión que comunicarse con el otro. Estamos todavía inmersos en esta fase y un ejemplo de ello es el modo en el que muchos usuarios utilizan herramientas como Facebook o Twitter, por la mera conectividad.

En esta etapa los usuarios tienen perfiles individuales e independientes, ajenos a cualquier estrategia de conexión en red más allá que la que exija la presencia en estas herramientas, y las empresas se limitan a participar en la conversación de grupos o crear su propia comunidad. En definitiva es una presencia lineal y directa en la que tanto usuarios como empresas buscan la mera socialización.

La etapa de la funcionalidad social se está desarrollando actualmente, y en ella la conexión se enriquece con nuevas aplicaciones y una nueva forma de entender la conectividad. Ésta ya no es lineal y desnuda, sino que se llena de contenido. Ya no buscamos sólo la conexión con el amigo, que también, sino que integramos las redes sociales en distintos apartados de nuestras vidas. Owyang pone como ejemplo de redes que van en esta línea  LinkedIn"s business platform o Google and partners Open Social.

La importancia de esta etapa es que dan los primeros pasos para integrar a las redes sociales en nuestra vida, no ya sólo desde un punto de vista profesional, sino integralmente social. Así, estas redes sociales ya no se comportan sólo como entornos, sino como sistemas operativos a los que utilizar para conseguir una serie de resultados de modo que los perfiles de los usuarios integran aplicaciones y widgets para mejorar sus capacidades de uso y desarrollo, para mejorar su experiencia y mejorar la usabilidad dentro de un entorno con nuevas exigencias. La presencia de las empresas se hace más activa de modo que desarrollan estrategias de publicidad, bien actuando como sponsor o bien creando aplicaciones que sean de utilidad para los usuarios.

La tercera etapa, la de la colonización social, empieza a entrar ya dentro de la predicción. Para Owyang esta etapa comienza en el 2009 y no alcanzará la madurez hasta el 2011. La colonización social supone, como en definitiva todas las etapas, un impulso en la evolución de la integración total de las redes sociales en la vida humana, no ya sólo desde una perspectiva social, sino también conceptual y mental. Con esta tercera etapa se supera el concepto de red para integrar al usuario en el entorno, de modo que sus conexiones sociales se funden en su experiencia online.

Ya empieza a ser más complicado encontrar aplicaciones que se basen en esta filosofía. Owyang propone  Facebook ConnectFacebook"s Activity Feed oOpenStack"s OAuth and OpenID. Ahora todas las páginas web son sociales, puesto que el usuario las ha integrado en su experiencia conectada, aunque estas páginas no hayan sido enfocadas como tales. Los usuarios integran a sus semejantes de un modo definitivo en su proceso de toma de decisiones y las marcas se centran en los influenciadores y siguen una estrategia de recomendación, tratando de adaptar su marketing al entorno social online que se desarrolla.

Cuando hablamos de la cuarta etapa, del contexto social, sí que nos adentramos ya casi en la pura especulación. Esta fase comienza en el 2010 y se espera que sea madura a partir del 2012. Entonces Internet comenzará a reconocer los perfiles de los usuarios y el tipo y características de las relaciones que esos usuarios tienen de modo que se personalizarán las experiencias online. Las redes sociales serán la herramienta y la base sobre la que se asentarán las experiencias online, ya no navegaremos anónimamente por la Red, sino que entraremos con nuestro perfil y desde nuestra red social gestionaremos nuestra presencia en Internet.

Los usuarios no tendrán reparos en compartir sus perfiles y su identidad para mejorar su experiencia en la Web puesto que las divisiones entre on y offline se difuminarán. Las empresas, por su parte, se preocuparán de proveer de contenidos microsegmentados y especializados para cada visitante de su página web.

En la quinta y última etapa, la del comercio social, que comienza en 2011, la integración será total. Las redes sociales serán más poderosas que las páginas corporativas, de modo que éstas tendrán que estar presentes en las redes si quieren existir para el consumidor. Las marcas se relacionarán de igual a igual con los usuarios-consumidores, de modo que crecerán si crece la comunidad, aportando valor a las redes para conseguir esta integración.
 

Por tanto los grupos online suplantarán a las marcas, además de ser la unidad del proceso de compra y la creación del producto. Los grupos se configurarán en las redes sociales como los elementos sobre los que trabajar las acciones de promoción. Las marcas deberán apoyarse en esos grupos para definir sus productos.

Como hemos visto se trata de una proyección que se caracteriza, por un lado por centrarse en el comportamiento de los usuarios y por otro por adjetivar ese comportamiento sobre todo como comercial. El fin último parece que es la integración de la empresa o la marca en la vida del usuario o cliente.

Evidentemente este tipo de proyecciones tienen la limitación de no poder abarcar todas las posibilidades y dimensiones de la presencia de los usuarios en la Red y obviar un elemento fundamental: la voluntad del usuario. En definitiva es éste, el usuario, el que va a definir el modelo que quiere seguir, y el que va a configurar, con sus decisiones, la materialización de ese modelo. Las herramientas y los entornos que se desarrollen en el futuro, y sobre todo los que tengan éxito, no dependen de la voluntad de uno o muchos gurús del tema, sino de la voluntad acumulada de muchos juanitos y pepitos que desde sus casas clickan y deciden, en ocasiones de forma inconsciente, por dónde navegan y qué entornos y herramientas les son más útiles y adecuadas. Ellos son los que van a decidir el futuro.

Desde mi modesta opinión tendemos hacia la integración, y es muy posible que muchas de las predicciones de Owyang, por supuesto materializadas tras largos estudios previos, tengan lugar, pero como decía alguno de los directivos consultados para su estudio, es imposible saber cómo será Internet de aquí a cinco años, y eso es lo realmente apasionante.

Juan Sobejano (juan.sobejano@hosteltur.com)