Cuando el hombre llega a la
cincuentena, se encuentra con una serie de modificaciones y cambios que alteran
el estilo de vida mantenido.
Es posible que deje de ser padre para transformarse
en abuelo, y por otro, a medida que avanza en esta década también se planteará
el momento de su jubilación.
En
definitiva, puede sentir estos cambios como una pérdida de poder, lo que
también se manifiesta en la sexualidad:
·
Los
cambios en la respuesta sexual pueden ser lentos o relativamente bruscos.
·
El deseo sexual puede disminuir
lentamente o conservarse, pero la respuesta (erección, orgasmo) disminuye en mayor proporción.
·
La
arterioesclerosis y la patología cardiovascular, la hipertensión, la diabetes,
los trastornos metabólicos y hormonales, también se añaden a los factores que
dificultan y retrasan la respuesta sexual.
·
La eyaculación también puede
disminuir y los orgasmos bajar de intensidad y duración o estar ausentes.
·
Los
actos sexuales se espacian.
El
hombre entonces, dispone de dos opciones, o bien se retrae, se aísla y se
deprime, o se propone el reto de entender su propio proceso de madurez, y trata
de aceptarlo, de vivirlo de la forma más adecuada y optimista adaptándose a las
circunstancias tanto físicas como psicológicas, laborales, familiares o
sociales (entre las que se abren muchas nuevas opciones).
Diferencias entre hombres y
mujeres
·
Mientras
que en la mujer la menopausia supone
una pérdida de la capacidad de procrear,
ésta se mantiene en el hombre, pero a nivel tanto psicológico, como laboral o
social, hombre y mujer deben enfrentarse al mismo proceso de cambio de estatus
y de involución en su trayectoria vital.
·
El
modo de asimilar dicho proceso depende de cada persona en su caso.
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