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sábado, 28 de julio de 2012

el afecto puede acariciar la vida de mil formas

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Querer no es hacer grandes declaraciones; es decir o hacer cosas sencillas y sin especial motivo. Por ejemplo: ¿Quieres un café? ¿Estás cansado? ¿Puedo hacer algo por ti? 

Una llamada telefónica, una carta, una pequeña sorpresa, una cariñosa invitación, un paseo juntos. 

Es hacer cosas por el otro, sin razón, sin cálculo. Es aceptar al otro como es. Es escucharlo con afecto. Es no presionarlo. 

Es mirar al otro con los ojos del corazón, con los ojos del alma. La palabra puede engañar, pero la mirada nunca miente. 

Es, simplemente, estar ahí, no solo con el cuerpo, sino con el alma. Es decir: « Te quiero » ¿Por qué esperar a que una persona muera para decir que se la quería? 

Es no juzgar, no criticar, no condenar. Es ser capaz de decir: «Si hubiese estado en tu lugar, no lo habría hecho mejor» 

Es poder decir sin envidia: «Es estupendo lo que has hecho». Es tan sencillo como eso; no es nada complicado. 

Pero si no sentimos amor, nos falta todo en la vida. 

Cuando uno tiene el privilegio de querer y de ser querido, la vida es extraordinaria. El calor que irradia, la luz que invade el alma y hace brillar los ojos. 

 es un buen día para que envíes este mensaje a las personas que quieres. A las que de una forma u otra han dado felicidad a tu vida. 

A las que te hacen sonreír cuando lo necesitas de verdad. A las que te hacen ver el lado bello de las cosas cuando estás en tus horas más bajas. 

A las que quisieras decirles cuánto aprecias su afecto y su amistad. 

Gentileza, Marian Benedit

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